Conoce los lugares y rincones más bellos que poder ver en Donostia - San Sebastián, los puntos esenciales de interés turístico y descubre todo lo que tiene reservado para tí esta preciosa y vibrante ciudad del País Vasco, que encontramos en el norte de España, más concretamente en el golfo de Vizcaya y como telón de fondo la bahía de la Concha siendo la capital de Guipúzcoa, cercana a otras ciudades de Euskadi como Bilbao o Vitoria-Gasteiz.
El nucleo inicial de la ciudad fue la Parte Vieja. Antigua fortaleza militar, rodeada por murallas, fue incendiada y saqueada por tropas inglesas el 31 de Agosto de 1813, por lo que tuvo que ser totalmente reconstruida, configurándose de la forma que hoy la conocemos. Los edificios son de una armónica sencillez, alineados en calles estrechas y rectas, cuyo centro es la plaza de la Constitución.
Los números pintados sobre todas las fachadas de la Plaza de la Constitución nos retrotrae a un tiempo pasado, donde en la citada plaza se corrían toros y el espectáculo se contemplaba desde graderíos y los balcones que alquilaba el ayuntamiento.
La Parte Vieja es un lugar de encuentro para donostiarras y visitantes que durante el día o al anochecer frecuentan sus múltiples tabernas, bares, restaurantes y sociedades gastronómicas en busca de reposo y/o diversión y de entablar una relación humana.
Junto a la Parte Vieja se encuentra el puerto pesquero, que ha perdido aquella intensa actividad comercial de siglos pasados pues todo el tráfico marítimo de mercancías se concentra en el cercano puerto de Pasajes. La dársena comercial alberga hoy numerosas embarcaciones deportivas y en cuanto a la dársena de pescadores, son cada vez menos los barcos que la ocupan, aunque si nos damos un paseo por allí, todavía podremos admirar los barcos de los famosos marineros vascos "arrantzales". Cuando estos llegan, la descarga de la pesca constituye un espectáculo de singular atractivo.
La playa de la Concha, es una de las más bellas del mundo, tanto por su característica forma curva, que le ha dado el nombre, como por el marco de verdes y frondosos montes que la rodean. Se trata de una playa urbana, ubicada en el centro de la ciudad, con la peculiaridad de que con la marea alta desaparece casi por completo, para seis horas más tarde, volver a recuperar su anchura inicial, con la marea baja.
En un principio, el paseo de la Concha, se conocía como paseo de los baños y en él se realizaban amenas tertulías. A finales del S. XIX, bañarse costaba un real y dos con los servicios del bañero. Las casetas se hicieron de madera, y luego se construyeron fijas con un enorme barril de agua dulce en su interior. Una pareja de bueyes la arrastraba hasta la orilla sobre unos raíles, en función de la marea.
Hasta mediados del S. XIX, la bahía de la Concha apenas si se conocía. Fue la reina Isabel II, la que al bañarse en ella por prescripción facultativa le dió prestigio y la puso de moda. Isabel II acudía a bañarse a las 13.00, si bien la gente elegante lo hacía antes del desayuno, entre las 7.00 y las 10.00.
La barandilla de la Concha, símbolo de San Sebastián
En 1870, se inaugura el balneario de la perla del Océano, frente al cúal podían mezclarse los dos sexos. Desde la perla hasta el casino estaba reservado a mujeres únicamente, y la guardia urbana vigilaba que ningún varón se asomase a la barandilla.
En la actualidad la playa de la Concha tiene la bandera azul de la C.E.E Europea, lo que la acredita, como una de las playas más limpias y de mayor calidad de Europa. Aunque hay quien tiene la saludable costumbre de bañarse todo el año, es sobre todo en la época estival, cuando disfrutan de ella gran número de personas, bañándose en sus tranquilas aguas o tomando el sol sobre su fina arena.
Uno de los tres montes que rodean la Bahía de la Concha, Igueldo está situado al oeste del casco urbano de San Sebastián - Donostia, al pie de la playa de Ondarreta. Parque natural de 6 km cuadrados, limita al norte con el mar y su litoral rocoso ofrece posibilidades para la pesca y el descanso.
Hacia 1180, la aldea de Igueldo fue incluida en la ciudad de San Sebastián. La Carta Puebla fue dada por el rey Navarro Sancho VI el Sabio. Desde allí se avisaba a los Donostiarras de la presencia de ballenas, ataques o visitas importantes.
Igueldo posee un precioso parque de atracciones donde encontraremos atracciones de época, y desde donde obtendremos las más espectaculares vistas de la Bahía de la Concha.
Hasta él se puede ascender en funicular o en coche. Si se prefiere esta segunda opción, la carretera que sube al Parque de Atracciones empieza al final de Ondarreta. Es la misma que va al Camping, pero la desviación queda mucho antes. Hay que pagar un peaje por entrar, según el número de personas que vayan en el vehículo.
Sin embargo recomendamos que se haga la ascensión en el funicular que lleva funcionando desde principios de siglo. En un primer momento era la forma de subir al restaurante y al hotel que la Sociedad Monte Igueldo construyó. Después se convirtió en una atracción por sí mismo. Es el tren de más pendiente de toda España. Tiene un desnivel de 160 metros en un recorrido de 320 metros, con una pendiente del 33%. La duración del trayecto es cinco minutos, aproximadamente. Su precio ronda los 3 euros y su servicio regular es cada 15 minutos.
Situado en una de las laderas del monte, el parque de atracciones tiene una montaña suiza, y bastantes diversiones para pasar una tarde agradable. Casetas de tiro, poneys, autos de choque, toboganes, laberintos, un paseo en barca y una sala lleno de máquinas de juegos harán las delicias de grandes y mayores.
Con sus atraciones de época, su pequeño zoo, y su museo de cera, es fácil que se le pase la tarde sin darse cuenta, en este parque único que sin duda le sorprenderá.
Horario: de 11 a 18h Información: (943) 48 11 66 - 31 10 99 Cierre: De lunes a viernes (Enero-Abril)
La Isla de Santa Clara, vigilante permantente de la bahía donostiarra, recibe todos los veranos la visita de una gran cantidad de turistas. Su privilegiada situación y las mejoras realizadas han adornado un enclave que recibe desde hace décadas a visitantes habituales que no faltan ningún fin de semana, además de cientos de bañistas ocasionales.
Recorrer en la motora el trayecto desde el muelle hasta la isla adquiere un encanto especial. Después, la isla ofrece una gran variedad de posibilidades para pasar un día muy agradable en familia o con los amigos. Los servicios que dispone se han completado con la mejora de las mesas de hormigón, donde los visitantes tienen la posibilidad de disfrutar de la comida al más puro estilo campestre. Otro de los avances conseguidos ha sido la apertura de las cabinas, con vestuario y duchas a disposición de todo el público. En resumen, ofrece la ventaja de pasar un día en contacto directo con el monte y la playa al mismo tiempo. Se trata de un txoko perfecto con un especial sabor.
Junto al Barrio de Gros, el monte Ulía, es una de las tres atalayas naturales que rodean San Sebastián.
Utilizado en tiempos remotos por su estratégica situación, era punto de observación para anunciar la proximidad de ballenas.
A comienzos del 1900, el monte Ulía experimentó una notable transformación, al convertirse en parque de recreo. Allí se dieron cita merenderos campestres, instalaciones de tiro pichón, campos de tenis... La actividad recreativa del monte quedó anulada al inagurarse, el Parque de Atracciones de Igeldo. En la actualidad se mantienen las instalaciones de tiro al plato de la Sociedad Basullóa, un albergue, y varios restaurantes con maravillosas vistas.
Para subir andando existen varios caminos, siendo recomendado el que se encuentra al final de la playa de la Zurriola, entre la iglesia del Corazón de María y una gasolinera. Este camino pasa junto al Manteo, edificio histórico-artístico provincial, que en la actualidad cumple funciones de casa de cultura.
Las impresionantes vistas de los acantilados de txoritxulueta, así como la posibilidad de comtemplar las zonas de cría de las gaviotas, en las paredes de "Kumbako zuloa", merecen el esfuerzo de la subida al monte Ulía. Las panorámicas de la ciudad y del mar que se tienen en todo momento, hacen ya de por sí recomendable la visita de este monte.
El monte Urgull es uno de los tres montes de la ciudad. Junto con el monte Igueldo, rodea la Bahía de la Concha y desde él se obtienen fantásticas vistas de la Concha, lo que lo hace ser uno de los lugares de paseo favoritos de los donostiarras.
Declarado zona peatonal en su tolalidad, este macizo rocoso de 120 metros de altura, está recorrido por diversos caminos y sendas que ascienden hasta la pequeña capilla que hay en la cima y la gran figura del Sagrado Corazón que corona el monte.
El rey Navarro Sancho el Mayor, en el siglo XII ordenó construir un castillo fortificado, y fue reforzado primero con Sancho el Fuerte y luego con los Reyes Católicos. Actualmente todavía hay baterías del siglo XVII. Hasta el año 1921 tenía sólo fines militares. En ese año el Ayuntamiento lo compró para convertirlo en parque. La fortificación que está en lo alto del monte es el Castillo de la Mota, que no es más que una remodelación de los restos de la época de Sancho el Fuerte.
La estatua del Sagrado Corazón, fue construida en 1950 por el arquitecto Pedro de Muguruza y el escultor Federico Coullant, Mide 12.5 metros de altura y su costo fue de 1,5 millones de pesetas.
Es uno de los puntos con mejores vistas de la ciudad, y constituye un sitio ideal para pasar una tarde. El gran parque que es, tiene numerosos caminos que llevan a rincones como la Batería de las Damas, con varios cañones, o el Cementerio de los Ingleses, donde están las tumbas de algunos soldados británicos que murieron en 1813 luchando contra los franceses y otros que cayeron defendiéndola durante la Guerra Carlista.
Varios son los lugares por donde se puede subir a este monte. Al Sur, es decir, por la Parte Vieja, justo donde está la iglesia de Santa María. Por la ladera Norte, donde está el Paseo Nuevo, a trevés de unas escaleras de una pendiente pronunciada, o por el Este, a partir de la plaza de Zuloaga.
Junto al túnel, se encuentra la playa de Ondarreta, cuyo nombre significa en Euskera, lugar de arena. Su proximidad al Palacio de Miramar ha dado siempre a esta playa un caracter elitísta que contrastaba con el populista de la Concha. A diferencia de la Concha, en Ondarreta las mareas apenas afectan a su espacio vital.
Rodeando la playa, se encuentran los jardines del mismo nombre, y al final, las instalaciones del Real Club de Tenis, que conducen hasta una plazoleta sin salida en la que se ubica el Peine de los Vientos. Monumental obra, cuya urbanización corresponde a Peña Gantxegi, y las esculturas a Chilida. Los días en que el mar se muestra enfurecido, unos huecos practicados en el suelo, resoplan como si de una ballena se tratara.
La regeneración de la Playa de la Zurriola ya ha terminado. El Ayuntamiento, y el Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente, a través de la Dirección General de Costas, han llevado a cabo las obras de acondicionamiento de este importante espacio de la ciudad, en el marco de una actuación histórica cuyo resultado final ha sido una gran playa más segura y limpia, en mejores condiciones para la práctica deportiva y en un amplio y cómodo paseo de diseño joven, moderno y atractivo.
Aspectos de un paseo renovado:
1.100 metros de paseo, mobiliario urbano moderno integrado en el entorno natural: Barrio de Gros, Centro Kursaal, río Urumea y el Paseo Nuevo, losas de cuarcita en el pavimento, nueva barandilla, de diseño contemporáneo.
Playa:
En 1845, llegaba a San Sebastián la Reina Isabel II siguiendo el consejo de sus médicos, que le habían aconsejado baños de mar para curar una enfermedad cutánea. Su estancia en el Palacio de Miramar durante muchos años, motivó la presencia de la Corte, Gobierno, y aristocracia españolas. Personajes ilustres, como Napoleón III, Eugenia de Montijo y Bismarck, se hospedaron durante el verano en San Sebastián, en villas cercanas a la residencia real.
Situado entre las playas de la Concha y Ondarreta, en un saliente rocoso llamado popularmente Pico del Loro, el palacio de Miramar ha sido escenario de importantes acontecimientos políticos relacionados con la Casa Real.
Traineras, con el Pico del Loro y el parque al fondo
Mientras duraron las obras del Palacio de Miramar, la Reina María Cristina se alojó en la finca de Ayete. Miramar se inauguró en 1893, y fue proyectado por el ingeniero inglés Selden Wornum, al estilo cottage inglés reina Ana.
Fue construido íntegramente con el dinero de la Corona, puesto que la Reina no quería costarle nada al pueblo que tan bien la acogía todos los veranos. En la ciudad la llamaban Doña Virtudes, y en los dos meses que permanecía en San Sebastián, solía pasear por las calles, ir de compras... Con el tiempo, la nombrarían alcaldesa honoraria y le dedicarían un busto de bronce en la playa de Ondarreta, y otro de mármol blanco en la plaza del Centenario. En su recuerdo, se decidió que el puente más significativo de la ciudad llevaría su nombre.
El palacio de Ayete se encuentra en el barrio del mismo nombre. Se puede acceder a él en autobús, desde el centro, en coche o andando.
A la entrada del parque existe un pequeño estanque con cisnes y patos, además de otros pájaros. A través de sus distintos caminos puede recorrerse la finca observando algunas curiosidades arbóreas, como el único ébano que existe en la provincia, y una de las araucarias más viejas de Guipuzcoa.
Su ubicación alejada del centro urbano, hace de él, un parque muy tranquilo donde pasear y poder escuchar los sonidos de la naturaleza. Descendiendo por los caminos que confortan el p arque puede hacerse la salida por la parte inferior, llegando al barrio de Morlans, junto a Amara.
San Sebastián es una ciudad cuajada de lugares interesantes que visitar. Museos, Palacios, monumentos y edificios de interés, pueblan toda la ciudad y debido al reducido tamaño de ésta Ud. podrá acercarse a todos ellos andando.
Si lo que está buscando son museos, en la ciudad hay varios. Tanto el museo de San Telmo, como el museo Naval, el museo Diocesano, o el museo de Cera, abren sus puertas para Ud.
Cruzando el río Urumea los tres puentes de la ciudad, le cautivarán por su belleza. Un paseo a lo largo del río le llevará hasta el puente del Kursaal, que está junto al puente de Santa Catalina y un poco más allá, el puente de Mª Cristina junto a la estación del Norte.
Tres montes rodean la ciudad: el Urgull con su antiguo castillo, el monte Igeldo, con el parque de atracciones, y el monte Ulía y sus espléndidos acantilados.
La isla Santa Clara, en el centro de la Bahía, aunque de menor altura, también es otra de la atalayas de la ciudad, que será interesante explorar.
Los tres montes, y la isla Santa Clara
Al primero de los montes, por su inmediata proximidad puede subirse a pie. Al segundo es necesario hacerlo en coche, o en funicular, y al tercero por una sinuosa carretera turística bien en coche o a pie. Todos y cada uno de ellos brindan maravillosas vistas de la ciudad y de sus alrededores, que en días despejados alcanzan hasta las altas montañas del interior de la provincia.
Las tres playas urbanas de la ciudad, brindan al visitante una excelente oportunidad de relajarse y divertirse. La Concha, así como Ondarreta o la playa de Zurriola ponen su fina arena y sus tranquilas aguas a disposición de todo aquél que quiera disfrutar de ellas.
La ciudad posee un frondoso y señorial parque Cristina Enea, así como los reales jardines que rodean el palacio de Miramar. El parque de Alderdi Eder y el parque de Ayete constituyen un oasis dentro de la ciudad.
Paseos arbolados más que jardines o parques propiamente dichos, se extienden a ambas orillas del río Urumea, atravesado por tres amplios y hermosos puentes. El de la Zurriola, el de Santa Catalina y el de María Cristina.
Río Urumea, en su travesía por San Sebastián
Quien esté buscando aire de mar y vistas al bravo Mar Cantábrico ( el mar de los Vascos ), no debe dejar de recorrer el Paseo Nuevo que comunica la desembocadura del río Urumea con la bahía de La Concha y con el pintoresco puerto de pescadores. El aquarium de la ciudad, se encuentra entre el paseo y el puerto.
También recomendamos una visita-excursión a la isla de Santa Clara, así como al vecino puerto de Pasajes, ambos a bordo de pequeñas embarcaciones de recreo.
Donostia es una ciudad perfecta para recorrerla en bicicleta. Casi la práctica totalidad de la ciudad es llana y está dotada de más de 30 kilómetros de carriles bici (en euskera “bidegorris”) estratégicamente situados para recorrer todas las zonas interesantes de Donosti disfrutando de unas vistas impresionantes.
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